El tema del Vampiro como
compensación del Inconsciente Colectivo.
El primer capítulo de la autobiografía de Jung* nos acerca a un fenómeno inusitado: la aparición, en un niño, de sueños llenos de imágenes primitivas y oscuras sobre una divinidad subterránea, que al parecer vienen a compensar la fe perdida o
la falta de fe del mundo que lo rodea. Uno podría pensar nuevamente en el
clásico postulado de la psicología profunda de que el niño es el síntoma de los
padres o de la familia, pero se quedaría corto al ver la manera como los sueños
infantiles de Jung, sus fantasías y sus miedos, más que traer un mensaje para
la familia, eran el germen de todo aquello en lo que él se convertiría, en
otras palabras, esas vivencias infantiles anunciaban al futuro Dr. Carl Gustav
Jung, explorador del inconsciente e ilustrador principal de la que hoy es una
popular imagen colectiva: la renovación del espíritu occidental.
A nivel colectivo es evidente
que en nuestro tiempo vivimos los años del resurgimiento de una imagen muy
particular: la del vampiro. En la cultura popular (literatura, cine, televisión
y música), en la moda e incluso en movimientos juveniles, la estética y las
emociones vampirezcas, este personaje campea con gran libertad. El vampiro ha alcanzado
un rebozado brillo tras haberlo perdido hace años cuando en el siglo XX el
conde Dracula hizo de las suyas en el cine. Pero esta moda cinematográfica se
basaba en una explosión anterior del tema, en el siglo XIX, cuando surgieron
gran variedad de novelas como “El Vampiro” de John William Polidori (1816)[1],
“Familia de Vampiros” de Alexei Tolstoi (1847)[2],
“El Parásito” de Sir Arthur Conan Doyle (1894)[3],
“La Bella Vampirizada” de Alejandro Dumas (1849)[4],
“La Buena Lady Ducayne” de Mary Elizabeth Braddon (1896)[5]
y, por supuesto, el fantástico y no tan irreal “Drácula” de Bram Stoker (1897)[6]. Según el excelente
trabajo de la psicóloga junguiana Cristina Hincapié, titulado “La Sombra del
Vampiro”**; estos relatos dan cuenta de la manifestación del arquetipo de la
sombra y su tema preferido: la muerte, como una forma de expresión de lo
destructivo y lo azaroso que también hace parte de la vida. Cristina analiza esta
imagen desde variados ángulos para demostrar que se trata realmente de una
imagen arquetípica que incluye símbolos como la sangre y su ingesta, la
antropofagia, la resurrección, el fantasma y los miedos nocturnos, etc.
Ahora bien. Al parecer el ambiente familiar que rodeaba al pequeño Jung,
es el ambiente que ahora nos rodea por todas partes. Si bien para muchas
personas en el mundo los símbolos cristianos aún están vivos y contienen la
energía específica de lo que en nosotros necesita imágenes divinas, también es
cierto que para muchas, muchísimas otras, estas ya no les dicen nada y nada
parece reemplazarlas conscientemente. Algunos afortunados han logrado encontrar formas espirituales que compensan el vacío dejado por el cristianismo, mientras que otros adhieren su fe a pseudodioses
brillantes y poderosos; una fe que se expresa en los variados cultos al cuerpo, al dinero, al éxito personal, a
la razón, a una teoría, a la política o incluso a una estrella de rock, cine o
televisión… pero el alma imaginativa se resiste a tan superflua sustitución, más tarde o
más temprano la psique parece producir algún sucedáneo, alguna imagen que le resulte más coherente a sus necesidades y que sirva
como soporte más firme para aquella energía destinada a los símbolos de lo trascendente.
Yo supongo que la imagen del vampiro responde a aquellas necesidades y canaliza dicha energía. Lo mismo que el falo subterráneo en el sueño infantil de Jung, el vampiro vuelve a poner a muchos
jóvenes y adultos en relación con la imaginería del “mundo de los dioses”, al que
según el mismo Jung corresponde “todo lo sobrehumano, la luz cegadora, la
oscuridad del abismo, la fría apatía de lo ilimitado en el tiempo y en el
espacio, y lo siniestramente grotesco del irracional mundo del azar.” Al leer esta descripción de la divinidad proyectada en el vampiro muchos se preguntarán por el lugar de lo que se les ha dicho sería "la parte buena de Dios"; al parecer esta quedaría relegada al complejo del ego, a sus ideales y sus autodefiniciones, unos ideales tan arraigados en la consciencia que la
imagen pagana que viene a sobrecompensarlas tiene que traer la oscuridad que
falta, la dosis de muerte y realidad de que carece el dios totalmente bueno
que, aunque perdido perdida la fe, pervive como ilusión proyectada en los
cultos que mencioné más arriba y que suponen reemplazarlo.
Lo que sabemos por la forma en que Jung interpreta sus sueños infantiles, es que
este reservorio de posibilidades imaginales que es el inconsciente colectivo
está pleno de paganismo. Rafael López-Pedraza en su “Ansiedad Cultural”***, nos
invita precisamente a percibir la dicotomía entre un Yo que se mantiene
monoteísta (una sola ideología, una sola forma de definir la familia, el estado, la pareja, etc.), y un alma politeísta (que se muestra en sueños y síntomas completamente "desordenados") pues, de no hacerlo, de no apreciar esta división, nos perdemos en la unilateralidad y la represión, que sólo producen neurosis o psicosis.
La saga crepúsculo, una de las más exitosas en la cultura popular
actual, desgrana esos dioses paganos que vienen a compensar la falta de
imágenes de una consciencia desvanecida en el éxtasis de la literalidad; junto
a ella vemos el pulular de otras películas cargadas de simbolismos paganos: La
brújula dorada, El señor de los anillos, Narnia, Inframundo, Hellboy e incluso
Matrix, esa gran metáfora de los dioses del hades representados por el mundo
“siniestramente grotesco” de las máquinas. En contraposición Hollywood quiere
rescatar al Superman completamente bueno, pero dudo mucho que pueda contra los
X-Men mucho más polimorfos y polivalentes, con los cuales tenemos mejor relación
ya que necesitamos ese lado oscuro para compensar el brillo unilateral de la
oferta del éxito capitalista.
Muy en contra de los "superbuenos", el vampiro evita la luz, la cruz y la moral.
El vampiro original, el conde Vlad o Drácula, sufría por no poder tocar el
amor, en Crepúsculo puede tocarlo pero al no soportarlo tiene que transformarlo
en vampiro, es decir, la oscuridad absorbe toda la luz, un riesgo que se corre
con la sobrecompensación de lo inconsciente, un riesgo que atravesó Jung sin no
pocos tropiezos encontrándose incluso al borde de ser tragado.
Desde niño Jung conoció que Dios se le mostraba a él de una manera
inusitada, esto lo calmó y sanó su neurosis infantil pues le dio una dignidad y
un secreto que nadie conocía, es decir, una individualidad con la que trabajar
por el resto de sus días. Con el paso de los años iría acercándose a esta
imagen mediante el trabajo con las imágenes intemporales. Luego de
salvarse de ser tragado por el lado oscuro de la divinidad, pudo integrar este aspecto
con el lado luminoso, recuperar la certeza de lo divino y sentirse integrado
con ambos lados. Contó para ello con la suerte de encontrar la alquimia, la
mitología y las religiones orientales (aunque a estas las veía igual de
divididas).
¿Tendremos nosotros la misma capacidad y la misma suerte que Jung o
seremos tragados por el vampiro, volviéndonos cada vez más fríos al ser
seducidos por el poder que da la sensación de estar desalmados, muertos en
vida, carentes de símbolos?
Recuerdo que hace unos años una amiga me contó que su hijo adolescente
se había aficionado a la literatura de vampiros y que ahora no podía dormir,
pensando que uno de estos seres entraría por su ventana. Le pregunté si en su
casa se practicaba algún tipo de espiritualidad, a lo que respondió que no
había ninguna, que tanto ella como su marido habían sido producto de la vida
universitaria más racionalista y que así habían criado a sus hijos. Entonces le
explique que muy posiblemente su hijo estaba expresando un asunto inconsciente
en la familia mediante una imagen arquetipal, colectiva. Que la búsqueda
religiosa es propia de la vida, pero mucho más de la adolescencia pues se
necesitan estas cuestiones en el debate entre lo individual y lo colectivo, lo
real y lo irreal. Que en su hijo esto estaba ocurriendo para él y quizás para
la familia. Le propuse que hablara con el chico y le preguntara qué era lo que
le había atraído de esa literatura.
Más adelante me contó que lo que le había conmovido a su hijo era el
poder mágico sin límites, el poder de volar y una sexualidad algo oscura. Al
escuchar esto le pregunté: en la imaginería cristiana ¿qué seres
tienen estos mismos atributos?... puesto que ella estaba muy alejada de todo
eso no pudo responderme, así que le sugerí la imagen del ángel, el cual tenía
poder mágico, poder de volar y una sexualidad ambigua (aunque tradicionalmente
se supone que no tienen sexo esto no es tan exacto pues según el libro de
Tobías los ángeles bajaron a la tierra y copularon con las humanas, dando
como resultado la estirpe de los gigantes). Es bueno también recordar que los ángeles tienen trato con
los demonios que son de alguna manera sus primos hermanos, todo esto por sólo
mencionar algunas de sus características judeocristianas (los ángeles son
originariamente de oriente, más exactamente del sitio que hoy se conoce como
Irán).
Mi amiga compró una figura de un ángel y leyó con su hijo la oración del
ángel de la guarda. El insomnio entonces desapareció casi completamente. No he
sabido más del chico y no es mi deseo que se hubiera pasado al otro extremo
convirtiéndose en un fanático de la luz, pues entonces habría desperdiciado el
regalo que le traía el vampiro, el mismo que le trajo el falo subterráneo a
Jung: la consciencia de un secreto profundo sobre la coexistencia de la luz y
la oscuridad en todo, una consciencia integradora que nos salvaría de unilateralidades,
fanatismos y neurosis varias.
Coda:
En 2014 ha aparecido una nueva versión de Drácula, esta vez se le ha transformado en una especie de superhéroe, un movimiento interesante ¿qué podría significar para la consciencia colectiva esta transformación de la imagen?... el fotograma que muestro aquí es muy sugerente en relación con la del ángel de la guarda ¿no?
Coda:
En 2014 ha aparecido una nueva versión de Drácula, esta vez se le ha transformado en una especie de superhéroe, un movimiento interesante ¿qué podría significar para la consciencia colectiva esta transformación de la imagen?... el fotograma que muestro aquí es muy sugerente en relación con la del ángel de la guarda ¿no?
Lisímaco Henao Henao.
Analista junguiano IAAP
23 de Julio de 2013
[1]
Dumas, Alexandre; Polidori, John William; Tolstoi, Aleksei; y otros. LOS VAMPIROS NO MUEREN. Colección Cara Oculta Editorial. España.
1991.
[2]
Ibíd.
[3]
Braddon, Mary Elizabeth; Conan Doyle, Artur; Gilbert, William; y otros. VAMPIROS EXTRAÑOS. Colección Cara Oculta Editorial. España.
1991.
[4]
Dumas, Alexandre; Polidori, John William; Tolstoi, Aleksei; y otros. LOS VAMPIROS NO MUEREN. Colección Cara Oculta Editorial. España.
1991.
[5]
Braddon, Mary Elizabeth; Conan Doyle, Artur; Gilbert, William; y otros. VAMPIROS EXTRAÑOS. Colección Cara Oculta Editorial. España.
1991.
[6]
Stoker, Bram. DRÁCULA. Editorial Oveja Negra. Bogotá, Colombia. 1984.
* La biografía de Jung es "Recuerdos, Sueños, Pensamientos". Ed. Seix Barral. Barcelona 1999
** He tomado el rastreo de la historia del vampiro en la literatura del trabajo de Cristina Hincapié "La sombra del vampiro". Tesis de pregrado en psicología Universidad de Antioquia. 2008
*** Rafael López-Pedraza. "Ansiedad Cultural". Editorial Festina Lente. Caracas 2009
* La biografía de Jung es "Recuerdos, Sueños, Pensamientos". Ed. Seix Barral. Barcelona 1999
** He tomado el rastreo de la historia del vampiro en la literatura del trabajo de Cristina Hincapié "La sombra del vampiro". Tesis de pregrado en psicología Universidad de Antioquia. 2008
*** Rafael López-Pedraza. "Ansiedad Cultural". Editorial Festina Lente. Caracas 2009
Me gusto mucho tu aproximación ¿Será posible tener acceso al la tesis de Cristina Hincapié? Gracis y saludos desde Venezuela
ResponderEliminarHola Diana, que gusto saber de ti. Me comunicaré con Cristina y le comentaré. Un abrazo.
EliminarSaludos, muy interesante artículo. Habría alguna oportunidad de conseguir el trabajo de Cristina Hincapié "La sombra del vampiro". Gracias
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